Mea culpa, mea culpa…. A mí me pasó lo que a todo ser humano que pretende saber… intenté beberme el mar… Y, boba de mí, claro, sólo conseguí naufragar.
Es ésta común megalomanía. Una vez fui yo común… En mi primera vida, intenté, incluso, emprender la normalidad de la fortuna intelectual dentro de la institución idónea: la Universidad.
De mi consiguiente encharcamiento dan fe un montón de artículos. He escogido tres, los más representativos, tal vez, de mi labor pedagógica entonces, y de la didáctica, filosofía ciencia-ficción que ahora construyo.
La comunitat de filosofia i pedagogia lingüística a Ludwig Wittgenstein. Coneixement tàcit, coneixement potencial i els límits del metallenguatge davant el problema de la transmissió del saber. Publicado en la revista de la facultad de Pedagogía, Universidad de Barcelona, nº 6, segundo semestre de 1.991. La longitud del título nos advierte: exasperante duración del desvarío… No voy a reseñarlo ni tan siquiera. Aunque fue interesante rescatar a Wittgenstein del poder, filosofía analítica. No desvincular su investigación y su persona de un no-saber ancestral que equivale, cuando menos, al opuesto del lenguaje: al silencio. Sus epígrafes son indicativos de mi cercana lejanía en esa época:
Nota Primera: El misticismo (invertido) de Wittgenstein.
Nota segunda: En el principio, la acción, o los límites del metalenguaje.
Nota tercera: NO-SABER no es ignorar. Sólo las certeza son calladas.