2003
Éste es el más desaliñado y chapucero escrito de cuantos aquí se ofrecen. Se ruega al sufrido lector que invierta toda su paciencia y simpatía, ya que está ante un tratado sobre el amor aunque no lo parezca. No es posible adscribirlo a tradición poética alguna. Y ya que la poesía no está atada al verso, estos blues son las canciones afásicas que cantaría una muda esclava negra –para celebrar gloriosamente su pena…-. Libre abuso, por lo tanto, de la calidez y el ritmo –I’ve got rhythm.
Sin embargo, tanto como una reflexiva improvisación sobre el amor, Jazz después del infierno -¿no os suena este título como si fuese un antiguo tema de Miles Davis…?-, es mi primer tratado de teología negativa, (2.003). La música se hace trizas… son demasiado sobrenaturales estas verídicas historias… Son sólo retahílas de palabras que argumentan, narran leyendas… son salmodias. Imponen primero el olvido, recuerdan después el cuento…, rechazan la cadencia que el sentido común impone y el alma solicita, habituada a rememorar en el modo de los automatismos sin fin: What is this thing called SWING?
–Dios acaso es el afectuoso sol negro de la excentricidad.
Cuando tenemos que explicar de nuevo el mito del origen, a los niños, por ejemplo, le ponemos swing a lo patético, porque sólo nos ayuda lo que cantando cuenta cómo va y viene. ¡No vamos a empezar por la enigmática sincronía entre mundo físico y mundo moral… o por las sucesivas modas del erotismo… En el principio, hijo mío, el prejuicio…!
Leopardi es quien nos descubre, con su sencillísima franqueza –La moda es la madre de la muerte-, el inagotable pozo de los placeres melancólicos. Toda filosófica duda no es más que recycling sonoro…
(Gracias mil, Leopardi…
ah si no fuese por ti…)